BENEFICIOS MULTIDIMENSIONALES DE UNA ALIMENTACIÓN CONSCIENTE


En estas últimas décadas hemos reconocido en forma científica como se relacionan los diferentes aspectos de la naturaleza humana y se habla de mirar a la persona desde una visión holística o con una mirada integral a la multidimensionalidad individual.


Recuerdo una frase que proviene de la sabiduría ancestral “Somos lo que comemos”. Históricamente ha habido grandes cambios en la forma de alimentación en la población chilena y en el mundo. Las grandes guerras y la competencia entre naciones por llegar a otros lugares de la galaxia, influyeron en el desarrollo de alimentos transgénicos, primero por la necesidad de alimentar a la población hambrienta y luego por mejorar las economías basadas en la agricultura o crianza de animales. Esto nos ha llevado a la sobre explotación de los terrenos, a la deforestación de árboles nativos y selvas milenarias, para lograr pastizales con que criar a los vacunos, carne a la que pueden acceder solamente quienes tienen poder adquisitivo.

Finalmente, llegamos a generar comida con un costo de producción más barato, accesible a muchos, pero de menor calidad en sabor y textura. Aparecen en el mercado productos preparados, listos para calentar y servir en honor al tiempo, verduras congeladas, frutas mutadas producidas fuera de la estación y crece el modelo de comida rápida, comida al paso, en que incluso puedes comer de pie. La pregunta que me nace es ¿Qué tan sano es esto para el cuerpo?  Quizás los nutrientes estén allí, pero los asimilamos y absorbemos en forma inconsciente en medio del ruido, de responder a las llamadas de wathsapp, de mirar las noticias en la pantalla del televisor o tablet y no nos percatamos de las consecuencias que ello puede traer para nuestra salud.

Es este estilo de vida actual, el que provoca enfermedades silenciosas, que no se ven, pero que están allí, como dispepsia, sobrepeso, alergias múltiples, alergias alimentarias, diabetes, hipertensión, etc. Se requiere entonces de un cambio para re-aprender qué comer y cómo, prestando atención al escoger cada alimento, saboreando texturas, aspirando aromas, estando conscientes de las sensaciones que provocan, para lograr una perfecta combinación de los nutrientes en cada bocado y además, sentirnos mejor y con más vitalidad.

Recuerdo a un antiguo conocido, que mencionaba que debemos escuchar a nuestro cuerpo, hoy a esto le llamamos “tener conciencia”, somos diferentes y quizás lo que le agrada o le haga bien a uno, le desagrade o le caiga mal a otro, entonces es válido observarse y aprender que necesitamos para estar contentos, satisfechos y saludables.

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